No fue bonito y estuvo muy lejos de ser uno de los encuentros más interesantes de este Campeonato del Mundo. Aunque los primeros minutos digan lo contrario, Croacia y Dinamarca protagonizaron un espectáculo pobre, muy preso de movimientos y sin grandes incidencias. En la segunda parte de la prolongación, (Peter?) Schmeichel alimentó el sueño y, en el desempate por penáltis, Croacia se llevó la mejor.
Atípico, por lo menos. Aún el partido entre croatas y daneses estaba en una fase embrionaria, y surgía el primer gol. En el primer minuto, Zanka Jorgensen colocó el equipo escandinavo en la delantera del marcador, sin que se pudieran extraer conclusiones relevantes del partido en sí.
El defensa central del Huddersfield, a través de un puntapié de esquina, se benefició de una pelota perdida en el área adversaria e inauguró el marcador. Delaney desempeñó un papel importante en un remate al que Subasic aún intentó defender, pero sin éxito. Eran tantos jugadores que el guardián croata no consiguió seguir, con la visibilidad deseada, el desarrollo de la jugada.
Croacia no tardó en reaccionar y, tres minutos después, llegó al empate con un gol al mínimo extraño de Mandzukic. Después de varios enfoques increíbles de la defensa danesa y muchos rebotes a la mezcla, el avanzado, en el lugar correcto, consiguió marcar a Schmeichel.
Cuatro minutos, dos goles. Un comienzo relámpago, pero al mismo tiempo insólito. La verdad es que, con eso, el juego se desmoronó en los minutos siguientes.
Croacia controlaba las acciones y exploraba la velocidad de los flancos - Rebic dejó, una vez más, excelentes apuntes -, y, por otro lado, Dinamarca buscaba de forma incesante el juego directo de Andreas Cornelius.
Curiosamente, en la única jugada construida con cabeza, tronco y miembros, Dinamarca creó mucho peligro. Eriksen y Braithwaite fueron los protagonistas de la jugada colectiva más interesante del primer tiempo y sólo encontraron la oposición del portero adversario en el momento de la finalización.
Emoción en niveles bajos, fútbol previsible y pocas oportunidades de gol. La segunda parte tuvo como principal condicionante la selección de Age Hareide. Esto es porque si Croacia no pudo implementar su idea de juego natural durante largos minutos, esto se debió sobre todo a la estrategia delineada por el adversario.
Dinamarca entró efectivamente mejor en la segunda mitad, pero no abría un partido poco interesante y de pocas aventuras, aunque a nivel táctico, la entrada de Lasse Schöne fue muy importante.
La somnolencia fue tomando cuenta del partido y sólo en los minutos finales los ánimos volvieron a calentar ligeramente. Algunos sustos de un lado y del otro y el juego siguió para la prolongación.
El clímax de toda la prolongación surgió con la gran penalidad defendida por Kasper Schmeichel, ante la mirada atenta de su padre, Peter, en la bancada.
Un momento de auténtica euforia para Dinamarca que veía el sueño de los cuartos de final muy cerca de caer por tierra. La infelicidad recayó del lado de Luka Modric, cuya genialidad había originado la jugada anterior.
En la etapa de todas las decisiones, Rakitic no tembló y colocó a Croacia en las habitaciones, aunque el guardián danés hizo los (im)posibles para evitar el desenlace final.
1-1 (3-2 pen.) | ||
Mario Mandzukic 4' | Zanka Jorgensen 1' |
