Colombia, con un gol de Mina, se clasificó para los octavos de final, quedó del lado teóricamente más accesible y llevó consigo a Japón, dejando por tierra a un Senegal que encantó al inicio de la competición, pero que esta vez fue corto para las necesidades. Y que fue eliminado debido a las tarjetas amarillas...
Si, muchas veces, irse a una verdadera final, como era este caso, significa muchos nervios, algunas precipitaciones y una mezcla de mérito con demérito. Hay varias oportunidades que surgen en ese tiempo (hemos asistido a eso en esta última jornada de la fase de grupos), en este caso fueron 45 minutos para olvidarse.
Porque, por un lado, se defendió muy bien, no se permitió espacios a los puntos fuertes de los adversarios y casi no hubo fallas, sino porque, por otro lado, hubo demasiado temor de arriesgar y de poner un pie en falso que acercara a las dos equipos del abismo.
Había muy poco que decir: dos libres de Colombia que hicieron que Quintero llevase peligro a la portería contrária y una jugada de falta de atención cafetera que dejó Mane en gran posición, pero con Davinson Sánchez a cortar la pelota (el árbitro señaló penálti, pero lo anuló después de ver las imágenes). Había algo que lamentar: James Rodríguez sigue siendo perseguido por la mala suerte y sólo estuvo en campo media hora, salió con quejas físicas.
Pero si la primera parte tuvo poco que decir, no se puede decir que a seguir las cosas hayan mejorado.
Colombia estaba virtualmente eliminada, por lo que tenía que buscar el gol. Poco lo hizo, ya que habia el peligro de una situación casi irreversible si sufriera y aún existia la posibilidad de buenas noticias venidas del otro partido. Y vinieron...
Cuando se supo que Polonia había marcado, se hizo una fiesta en tonos amarillos en el estádio. Los colombianos fueron efusivos al entrar en zona de calificación y el equipo pronto lo percibió. Por eso, si hasta allí aún daba muestras de intención de ir adelante, a partir de ahí el juego entró en una fase de prudencia máxima.
Sólo que, sin que nadie lo previera... Un saque de esquina, un cruce y un gol de Mina, fortísimo en las alturas, a desequilibrar el marcador y a eliminar el Senegal del Mundial, porque las tarjetas así lo decían - en los otros criterios, siempre empates.
Los africanos, los últimos resistentes del continente, partieron hacia la portería adversaria, pero en ese momento imperó la sabiduría y experiencia de Colombia, que fue de hormigón en defensa y supo hacer el reloj marchar a sú ritmo.
Al final, y ya después del triste espectáculo de los últimos minutos entre Polonia y Japón, con los asiáticos a cambiar el balón esperando el final de los dos partidos, festejaron a colombianos y japoneses.
0-1 | ||
Yerry Mina 74' |