Una Australia incansable y atrevida, una Dinamarca decepcionante. Formas de estar diferentes en un partido en el que los europeos tenían todo para prácticamente sellar la calificación, pero en el que los australianos querían mucho más la victoria, que no apareció por falta de calidad y de arte para marcar. Este fue un juego en el que el equipo teóricamente más débil fue mejor, pero sin alcanzar el resultado merecido. Algo que ha sido regular en este Mundial.
Tranquilizados por el gol madrugador, lleno de técnica y de buena ejecución, los daneses aflojaron. ¡En demasía! No había necesidad de tanto retroceso y pasividad con balón, en un partido donde pronto se percibió que eran mejores, pero que no iban a ser los mejores.
Con menos calidad, tanto en términos técnicos, como en la intensidad con y sin balón, Australia quiso más. Ya quería mal el partido empezó, continuó queriendo después del golazo de Eriksen (que se quedó por ahí). Por eso intentó, con poca arte y ingenio, con mucha creencia en los hombres de la delantera, de los cuales sólo Leckie fue realmente capaz de desequilibrar.
La circulación australiana se hacía de forma lenta y previsible, sólo capaz de crear algunos desequilibrios cuando la pelota caía en el flanco del camiseta 7. Ante ello, Dinamarca poco arriesgaba. Ofensivamente, dejó de existir a mitad de la primera parte, de forma algo inesperada, y se sujetó a lo que pudiera suceder.
En un balón parado, hubo mano de Poulsen, que vio al árbitro recurrir al VAR para marcar el penálti que Jedinák convirtió, dando justicia a una primera parte en que la técnica europea empató con la voluntad australiana.
Y, si las primeras impresiones en la segunda parte sugerían un partido más abierto y repartido, pronto esa visión desapareció. Los culpables fueron los mismos: Dinamarca.
Que extraña falta de capacidad para fluir el juego frente a un equipo de menores recursos. Ya había sido contra Perú, pero ahí con la excusa de haber ventaja. En esta segunda parte, eso ya no se verificaba, por lo que era extraño encontrar que el empate satisfacía, cuando el último partido es con la poderosa Francia.
Pero eso, en parte, era lo que pasaba. Los pases no salían, la intranquilidad era creciente y los temores aumentaban a medida que Australia, incluso nunca masacrando, se acercaba a la portería de Schmeichel, sus reacciones de desesperación y intentos de incentivo a los compañeros lo decía todo.
Arzani entró y ayudó a agitar cuando las fuerzas ya comenzaban a faltar a los australianos, todavía se vieron más algunas jugadas interesantes en juego rompido, con Schmeichel a hacerse más grande en la portería, y dio también para ver a Sisto ser un oasis en el desierto de ideas danesa.
Sólo no se vieron más goles.
1-1 | ||
Christian Eriksen 6' | Mile Jedinák 38' (p.) |
