Sonrió a Uruguay el segundo partido del Mundial, un juego sin gran interés durante una hora y que acabó decidida en una jugada a balón parado. No hubo Salah y hubo un Uruguay por debajo de lo esperado, aunque igual a sí mismo: sin gran hilo de juego, con talento individual y con fuerza mental.
Después de la goleada en el partido de apertura del Campeonato del Mundo, todos queriamos más. Una primera parte muy aburrida, con dos equipos cautelosos y, por encima de todo, falta de calidad en el transporte de balón.
De Egipto, no se esperaba mucho, pero las señales hasta fueron interesantes. El equipo de Cúper, después del bluff Salah (quedó en el banquillo, cuando la víspera el entrenador había dicho que estaba apto para jugar), se organizó de forma compacta y tuvo buena circulación inicial, permitida por un Uruguay poco interesado en presionar alto. La cuestión era el último tercio y, allí, sin Salah, Egipto era completamente inofensivo.
Sólo que los adeptos que fueron al estadio de Ekaterimburgo merecían un espectáculo mucho mejor y, al regreso de los balnearios, hubo ese indicador de forma inmediata. Cavani combinó con Luis Suárez y el delantero del Barcelona surgió en la cara de El-Shenawy, que hizo una espectacular defensa que evitó el primer gol del partido.
¿Finalmente emoción? Poco cambió. Los minutos siguientes fueron un recuerdo de la primera parte.
Una hora de juego ya era demasiado. Tabaréz daba las señales al equipo, movía las piezas, sacaba Nann, pero la falta de dinámica con balón (varios pases equivocados) y sin balón (lentitud en la búsqueda de los espacios) hacía la tarea defensiva de Egipto más fácil.
Por su turno, los faraones salían de la monotonía muy rara vez para animar unas bancadas que hasta parecían estar viendo otro partido, tal el ambiente festivo. Fueron capaces de algunos momentos ofensivos, pero muy poco molestaron a Muslera.
En el momento en que el partido entró en los últimos minutos, ahí sí, hubo Uruguay a crear oportunidades claras. Dos ocasiones de los hombres de la costumbre Suárez y Cavani. A los 73 'fue el del Barcelona, a los 83' fue el del PSG. En un caso y en el otro, como antes ocurrió, El-Shenawy creció en la portería y garantizó el premio de mejor jugador en el campo.
Se quedó con él mismo después del gol uruguayo, justo por la segunda parte. Cavani ya había enviado un libre al poste y, poco después, Giménez subió en las alturas para abrir el marcador sobre el pitido final.
0-1 | ||
José Giménez 89' |