El primer mundial del postguerra quedó marcado por la ausencia de varias selecciones europeas. La primera fue Alemania y luego Francia, que no quiso hacer los 3500 Km hasta el Rio de Janeiro de Porto Alegre para enfrentarse a Bolivia.
España volvió a eliminar a los Portugueses, y continuó en la corrida. Sin embargo, poco después, la CBF (Confederación Brasileña de Fútbol) invita Portugal a participar en el torneo, dado que faltaban algunos equipos. Pero la Federación Portuguesa de Fútbol rechazó la invitación, diciendo que la calificación es un derecho que se conquista en el terreno de juego y no mediante invitación.
En el mundial participaron 13 países de las Américas y de Europa, divididos en 4 grupos. La defensa del honor europeo estaba en las manos de Italia (Campeona mundial), Yugoslavia, Suiza, España, Suecia e Inglaterra, que por primera vez entró en la competición.
Curiosamente, Inglaterra fue el único estreno en la competición.
El Brasil, jugando en su territorio y la única selección con participación en todas las ediciones, asumió el reto de la afición de ser el principal candidato al título. En el grupo A, y a pesar de un empate ante la Suiza (2-2), selló sin dificultades el pasaporte a finales.
En el Grupo B, el mundo paró para ver el debut de los Padres del Fútbol en un campeonato del mundo. Inglaterra se estrenó con una victoria frente al Chile (2-0). Pero la gran sorpresa ocurriría en la 2ª Jornada, cuando los “súbditos de su Majestad” salieron derrotados del encuentro ante los amadores estadounidenses (0-1).
Este escándalo llegó a todas partes y, más de 50 años después, aun se considera el mayor escándalo en la historia del fútbol.
En el partido decisivo, una Inglaterra desalentada perdió ante la Roja (0-1), que aseguraba así el paso a la siguiente fase sin ninguna derrota.
En el Grupo C, en el que estaban los campeones mundiales, se asistió a una segunda sorpresa, cuando los suecos batieron la Squadra Azurra por 3-2 y consagraron el liderato del Grupo.
En el Grupo D, con tan solo dos equipos y un partido, el Uruguay aplastó a Bolivia por 8-0.
Y así llegaron a la fase final, donde 4 equipos discutirían el título en fase de grupos. El equipo de la casa, bastante animado, ganó a Suecia por 7-1 y a España por 6-1. El Uruguay, por otro lado, empezó con un empate ante La Roja (2-2), una victoria frente a los suecos por 3-2 y llegó al partido decisivo aun con esperanza de llegar a ser campeón con tal de eliminar al Brasil.
El día 16 de julio, en el césped del nuevo Estadio Maracaná, con más de 200 000 aficionados y un sol abrasador, perfilaron los brasileños y la Celeste Olímpica, bastante diferente del equipo campeón de 1930.
Bajo el arbitraje del inglés George Reader, el Brasil jugó su fútbol y los uruguayos se limitaron a aguantar valientemente el 0-0 hasta el descanso.
En la segunda parte, el Maracaná explotó de emoción tras el tanto de Friaça, en el primer minuto. Y la copa ya estaba muy cerca de quedarse en casa.
Los uruguayos echaron manos a la obra y en un contraataque magistral finalizado por Schiaffino a los 65´ lograron el empate.
Los brasileños se quedaron tocados, pero rápidamente volvieron al ataque e intentaron ir a por el 2º gol que les daría el título. Empezaban explotando los cohetes cuando Ghiggia surgió dentro del área y adelantó a los uruguayos.
El Maracaná entraba en colapso. Los aficionados lloraban y el Brasil no ha podido levantarse en los 11 minutos que quedaban para terminar el partido.
Cuando se escuchó el pitido final y mientras los uruguayos saltaban y se abrazaban en el campo, todo un país lloraba la peor derrota de siempre.
En la histeria colectiva, el mismo Jules Rimet, tuvo que ir hasta el medio del terreno de juego para entregar la copa a los uruguayos, mientras que los brasileños miraban entre lágrimas la fiesta de los invitados.
Hoy en día los brasileños siguen jurando que la final estaba hechizada. Y que bajo la portería del Brasil había una calavera de burro enterrada. Por eso el Brasil no había marcado en la primera parte y encajó un gol de Schiaffino y otro de Ghiggia que les daba la copa a los uruguayos en la segunda parte.
La escena:El Maracanazo - así es como se conoció el día en el que un país depositó sus esperanzas en once hombres que llevaban los colores de su nación.
Los brasileños nunca habían imaginado este resultado en la final de su Copa.
Además, en el peor de los casos, le bastaba con un empate al Brasil para lograr ser campeón del mundo. Pero en aquella tarde de sol, 200 mil vivieron una de las victorias más épicas de la historia del fútbol. Al otro lado se hallaban 11 hombres con la camiseta celeste, quienes ya habían ganado otro título mundial en 1930 y dos títulos olímpicos más. Y el sueño brasileño ca
yó ante los goles de Schiaffino y Ghiggia. Al final de día, el que levantó la Copa del Mundo fue el capitán uruguayo Obdulio Varela, el prim
er capitán negro en hacerlo. Obdulio Varela dijo más tarde que "Si hubiese sabido lo que era un pueblo entero llorando, no sé si hubiese querido ganar aquel partido".
La Figura:Schiaffino- Autor del gol que cambió el rumbo del partido. El padre de la victoria uruguaya en el mundial. Este jugador de ascendencia italiana, que debutó en el Peñarol de Montevideu, marcó 6 goles en el mundial, 3 menos que el pichichi brasileño Ademir, pero los más bellos momentos de fútbol del mundial llegaron de sus botas.
El Once: Maspoli (Uruguay), Varela (Uruguay), Andrade (Uruguay), Nordahl (Suecia), Danilo (Brasil), Ghiggia (Uruguay), Finney (Inglaterra), Schiaffino (Uruguay), Ademir (Brasil), Zarra (España) y Chico (Brasil).
